Un epíteto medianamente ambiguo ha sido dramáticamente utilizado por los mal llamados países integrantes del primer mundo, para significar el mas importante de los factores causantes de desafueros en todo el orbe. Tal adjetivo, que ya forma parte del mas imberbe de los comentarios políticos y/o económicos de quien quiera opinar sobre las causas que mueven los conflictos sociales es "DESIGUALDAD". Gracias a éste, se entienden perfectamente y hasta se justifica, cualquier acción destinada a sustentar el sistema hegemónico que impera en el mundo. En muchas ocasiones se puede oír a estos conspicuos "opinadores" de oficio decir barbaridades retoricas como "En una sociedad moderna, no todos podemos ser iguales" o " para sanidad del sistema deben existir pobres y ricos". Detrás de estos esfuerzos sistemáticos para globalizar la sanidad y asepsia de éste termino se esconde una gran verdad, la desigualdad es el destilado final, suavizado y triple filtrado de un mal mayor inmensamente dañino y desequilibrador de la sociedad, cual es, LA INJUSTICIA. Veamos algunas manifestasiones de injusticia: la enajenación, la disgregación, la pérdida del sentido de pertenencia, la insensibilidad ante los males comunes, la falta de solidaridad, de hermandad, de compasión. Hemos dejado al SER SUPREMO la responsabilidad de resolver las grandes DESIGUALDADES y le endilgamos a EL todas las INJUSTICIAS.
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