Hace treinta y dos años la conocí y hace veintinueve me casé con ella. En mi corazón nació el amor por una persona que el SEÑOR conoce y ama, EL mismo me la presentó y me la hizo encontrar, para que yo no estuviese solo.
Era una fría noche del mes de Abril, el décimo sexto día, el año de Dios de 1.978. Entonces recibí la invitación de un amigo (sin duda enviado por DIOS) al cumpleaños de su hermana mayor. Vastó un instante, solo un segundo, justo entrar al salón y al voltear, nuestras miradas se encontraron. Vailamos, hablamos recostados a la baranda de un colonial balcón merideño.
Hemos estado juntos desde entonces y en nuestro último aniversario le reiteré que ella sin duda es:
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