Tal como sugiere el nombre de éste poema, limpiar el alma es el camino expedito para alcanzar el estado de gracia, es decir lo más cerca del SEÑOR, que puede estar un cristiano. Sin duda alguna, esto debe ser el producto de la reflexión lo cual constituye en sí mismo la renuncia a las cosas que nos alejan de EL. Son innumerables las ocasiones en las que pareciera haber en el yo interior una tenaz batalla entre el bien y el mal. Dependiendo quien gane, será nuestro actuar. Existe un camino en la iglesia Católica que nos brinda la posibilidad de purgar nuestra alma y no es otro que el SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN. Solo nos pide tres cosas: Espíritu constricto, Conocimiento del pecado y Propósito de enmienda. En futuros blogs hablaré de esos tres aspectos. Por ahora PURGARE ANIMUS.
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